Aa
El cedro del Líbano
1El día primero del mes tercero del año undécimo, el Señor me dirigió la palabra:
2«Hijo de hombre, dile al faraón y a toda su gente:
»“¿Quién se puede comparar con tu grandeza?
3Fíjate en Asiria,
que alguna vez fue cedro del Líbano,
con bello y frondoso ramaje;
su copa llegaba hasta las nubes.
4Las aguas lo hicieron crecer;
las corrientes profundas lo nutrieron.
Sus ríos corrían en torno a sus raíces;
sus acequias regaban todos los árboles del campo.
5Así el cedro creció
más alto que todos los árboles.
Gracias a las abundantes aguas,
se extendió su frondoso ramaje.
6Todas las aves del cielo
anidaban en sus ramas.
Todas las bestias del campo
parían bajo su follaje.
Todas las naciones
vivían bajo su sombra.
7Era un árbol imponente y majestuoso,
de ramas extendidas;
sus raíces se hundían
hasta las aguas caudalosas.
8Ningún cedro en el jardín de Dios
se le podía comparar;
ningún pino ostentaba un follaje parecido,
ni tenían su fronda los castaños.
Ningún árbol del jardín de Dios
se le comparaba en hermosura.
9Yo lo hice bello
y con un ramaje majestuoso.
En el Edén, jardín de Dios,
era la envidia de todos los árboles.
10»”Por eso, así dice el Señor omnipotente: ‘Por cuanto el árbol creció tan alto, y ufano de su altura irguió su copa hasta las nubes,
11yo lo he desechado; lo he dejado en manos de un déspota invasor, para que lo trate según su maldad.
12Los extranjeros más crueles lo han talado, abandonándolo a su suerte. Sus ramas han caído en los montes y en los valles; yacen rotas por todas las cañadas del país. Huyeron y lo abandonaron todas las naciones que buscaban protección bajo su sombra.
13Ahora las aves del cielo se posan sobre su tronco caído, y los animales salvajes se meten entre sus ramas.
14Y esto es para que ningún árbol que esté junto a las aguas vuelva a crecer tanto; para que ningún árbol, por bien regado que esté, vuelva a elevar su copa hasta las nubes. Todos están destinados a la muerte, a bajar a las regiones profundas de la tierra y quedarse entre los mortales que descienden a la fosa.
15»” ’Así dice el Señor omnipotente: El día en que el cedro bajó al abismo, hice que el mar subterráneo se secara en señal de duelo. Detuve sus corrientes, y contuve sus ríos; por él cubrí de luto al Líbano, y todos los árboles del campo se marchitaron.
16Cuando lo hice bajar al abismo, junto con los que descienden a la fosa, con el estruendo de su caída hice temblar a las naciones. Todos los árboles del Edén, los más selectos y hermosos del Líbano, los que estaban mejor regados, se consolaron en las regiones subterráneas.
17Sus aliados entre las naciones que buscaban protección bajo su sombra también descendieron con él al abismo, junto con los que habían muerto a filo de espada.
18Ningún árbol del Edén se le podía comparar en grandeza y majestad. No obstante, también él descendió con los árboles del Edén a las regiones subterráneas. Allí quedó tendido en medio de los paganos, junto con los que murieron a filo de espada. ¡Y así será la muerte del faraón y de todos sus súbditos! Lo afirma el Señor omnipotente’ ”».